miércoles, 21 de agosto de 2013

Metáfora de la receta


No soy buen cocinero. Si pongo a calentar agua, probablemente la dejo evaporar. Pero encuentro muy interesante ver a un buen cocinero concentrado en su actividad. Causa especial admiración la habilidad que tiene para producir diversos platos, con diferentes tiempos de elaboración, de forma que se entreguen simultáneamente. 

Mi interpretación del secreto para hacer platos deliciosos, además de su habilidad y toque secreto, es tener todos los ingredientes a mano, ya preparados para adicionarlos a la receta en el momento justo.

El cocinero de éxito cuenta con asistentes que preparan por separado esos ingredientes de la forma como los desea. En las ollas donde está preparando la receta, adicionará con su conocimiento las cantidades justas de cada ingrediente, en el momento que toca. Dará un tiempo a que el ingrediente surta el efecto mágico, probará y tomará decisiones. 

Podrá considerar que necesita adicionar un poco de alguno de los ingredientes que ya usó o está listo para continuar agregando todo lo que contiene su receta. Continuará con ese proceso hasta quedar satisfecho y proceder a servir en el plato que presentará a su cliente.

Este mismo proceso la ejecuta en forma separada, con diferentes ingredientes y tiempos, para completar la orden de sus comensales.

Un buen cocinero nunca perderá la oportunidad de escuchar lo que tenga que decir su cliente del plato que ha probado. Cualquier comentario será bien recibido para involucrarlo en la preparación siguiente.

Un cocinero hábil logra elaborar recetas complicadas en corto tiempo y repetir esa actividad día tras día porque desarrolla su trabajo en un ambiente organizado donde todos los elementos funcionan bien y están sincronizados. Su cocina está bien distribuida y tiene colaboradores que ejecutan tareas separadas que al juntarlas dan por resultado la elaboración de platos suculentos. 

Una empresa puede sacar provecho de esta metáfora para implantar sus ideas de crecimiento: tener un equipo organizado, sincronizado, comprometido y orientado al logro de un objetivo compartido. Cada persona sabe con precisión qué debe hacer, cómo presentarlo y cuándo hacerlo.

Usted como empresario tiene en mente la receta que quiere aplicar. La ha tomado de su conocimiento del mercado y de las ideas que ha evaluado detenidamente. Necesita ahora dedicarse a producir su receta para lo cual ya ha venido preparando a toda la organización y los ingredientes están listos para agregarlos a la receta.

En la primera entrada de este blog ya sugerimos cuáles son esos ingredientes. Los repetimos acá y la atención del blog en adelante se orientará a cada uno de estos. El primero ya lo hemos tratado en blogs anteriores.


  • Tener claridad del objetivo por el cuál se desea hacer crecer la empresa.
  • Claridad en el propósito o misión que ha establecido para la empresa.
  • Transparencia en las cifras de resultados y ejecución.
  • Buen registro, manejo y uso de toda la información del negocio.
  • Mercadeo y relación con los clientes sólidos.
  • Manejo de las ideas y de la innovación.
  • Operaciones simples, eficaces, fáciles de repetir y de ampliar.
  • La gente



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