martes, 16 de febrero de 2016

¿Por qué se detiene el crecimiento?

En las entradas anteriores hemos comentado sobre la elección de las mejores  estrategias para crecer y también hemos incluido recomendaciones para que la implantación de una idea tenga mejores posibilidades de éxito.

Sin embargo, por eficaz que sea una iniciativa para promover el crecimiento de la empresa, con el tiempo parecerá que pierde atractivo y fuerza, dando lugar a que el crecimiento sea lento o incluso se detenga y empiece a ser evidente un decrecimiento.

Las pérdidas de velocidad periódicas en todos los aspectos de la vida empresarial son algo que no escapa al empresario. 

Por esto, una habilidad necesaria es mantener el impulso en todos los frentes, mediante una permanente supervisión de las actividades y con la fijación de metas intermedias ambiciosas que lleven los resultados, paso a paso, hacia lo establecido en la visión.

También deberá, de tiempo en tiempo, evaluar la estrategia usada para modificarla según las circunstancias lo requieran.


El crecimiento deja de mostrarse dinámico e importante, básicamente por tres razones.


La primera, se relaciona con la percepción. Entre más grande una empresa o una parte de su negocio, lograr importantes crecimientos, medidos en porcentaje, es cada vez más difícil. 

En un mercado con un tamaño de 1.000, si sus ventas son 10, alcanzar 12 es relativamente fácil. Ese crecimiento del 20%, se verá importante en su empresa, pero en el mercado apenas se siente. Pasar de 12 a 14 ó 15, también continuará siendo sencillo. Año a año, mientras logra una posición en el mercado, esos crecimientos altos se van fijando en la mente de las personas y se convierten en lo que se espera del esfuerzo de los colaboradores. 

Si con la adecuada estrategia logra en el tiempo incrementar su participación en forma importante en ese mercado y sus ventas son 200, es evidente que pretender crecimientos del 20%, fáciles al inicio, ya no son sencillos y a veces no son posibles. 

Sin embargo, pasar de 200 a 210 seguirá siendo importante, aunque porcentualmente sólo sea un 5%.

Sin un cambio del modo como hace negocios, insistir en que la organización debe seguir creciendo al 20% cada año, pues es lo que la historia muestra, será ineficaz y sólo causará tensiones innecesarias en sus colaboradores.


Una segunda razón es que los mercados maduran. 

Una manifestación de esto es la saturación. Si su empresa entró a un mercado es porque vio un potencial allí para desarrollar. Con el tiempo, otros competidores también verán esa posibilidad y entrarán a competir. Aquellos que ya estaban en el mercado, buscarán la forma de defender su posición. Pronto habrá suficientes competidores.

La pelea por el mercado se dará con elementos de valor que cada competidor trata de mostrar para verse diferente. También se peleará con precio. 

Con el tiempo, las ofertas y los precios se estabilizan y el crecimiento será marginal. Un poco estará basado en el crecimiento propio de la demanda, otro poco, por ocasionales dificultades o cambios estratégicos de algún competidor.

Otra manifestación de la madurez de un mercado es la aparición de la familiaridad y lealtad de los clientes con un determinado proveedor. Cuando esto se da, empieza a ser difícil para una empresa continuar creciendo mediante la captura de clientes atendidos por alguno de los competidores.


La tercera razón por la cual el crecimiento se detiene es la aparición de un miedo o exceso de precaución de los empresarios con relación a la forma de actuar en un negocio que ya es grande.

Es evidente que el esfuerzo que habrá hecho una empresa y sus colaboradores para alcanzar una participación importante de un mercado está presente en sus mentes. Habiendo alcanzado esa posición, no querrán hacer nada que pueda ponerla en riesgo.

Esto se manifiesta en poca motivación e interés en buscar innovación alrededor de ese negocio y cierta pereza para explorar nuevas alternativas. 

La cultura organizacional original de arriesgar y explorar diferentes opciones para buscar el crecimiento es reemplazada por la tendencia de siempre proceder por caminos conocidos y seguros.


Para evitar que el crecimiento se detenga, la primera tarea del empresario es reconocer si alguna de estas razones puede estar presente en su forma de pensar y actuar, y establecer cómo los colaboradores ven y enfrentan la situación.

Abra espacios de diálogo con los colaboradores cercanos, con miembros de su junta directiva si la tiene, con amigos, incluso con proveedores, distribuidores y con algunos clientes cercanos.

El intercambio de perspectivas será valioso para enriquecer su percepción de qué puede estar causando una pérdida de dinámica en la forma de crecer.

Con esta claridad, revise su estrategia y su modelo de negocio.

En algunos casos, deberá enfrentar el miedo que genera abandonar algo que ha tenido éxito pero ya no muestra potencial. En otros, será suficiente hacer algunos ajustes menores para devolver la vitalidad perdida.

Siempre piense en el cliente y en la forma como puede aumentar el valor que le ofrece. Esto puede significar que deba olvidar ciertos aspectos de su negocio, que no crean valor y pueden estar consumiendo recursos que en otro lado son más eficaces.

La misión de la empresa, como siempre, es la mejor guía para implantar lo que sea necesario para llegar allí. Visiones claras que generan entusiasmo en las personas, son importantes. Recuerde que la visión establece un espacio de tiempo para su cumplimiento. Cada vez que lo alcance, no dude en dar nueva vida a su empresa con una nueva y atractiva visión.

Mantener siempre esta vitalidad y dinámica, es lo que facilita que el crecimiento no se detenga.


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