martes, 8 de marzo de 2016

Hábitos y comportamientos nocivos del líder

De nuevo volvemos al tema del liderazgo. En gran medida, el éxito de un emprendimiento y su permanencia en el tiempo, depende de la adecuada y correcta actitud y acción del emprendedor. Razón para considerar que sobre este tema nunca hay exceso.

De múltiples artículos, notas, comentarios en libros y otras fuentes, la siguiente recopilación busca reunir en un sólo documento una serie de hábitos y comportamientos que un líder debe evitar. Son elementos para reflexionar y adoptar los correctivos que pudieran ser pertinentes.


Yo soy el dueño

Bien sea que en realidad si lo sea o en aquellos casos en que unos dueños de verdad lo encarguen de dirigir un emprendimiento o liderar un grupo, nunca puede como líder llegar al extremo de creer que se manda solo o de que la empresa o el grupo que dirige es de su propiedad. 

Al llegar a estos extremos, equivocadamente cree que las normas, procesos y flujos de trabajo son para los demás y no para usted. Empieza a manejar aquello de lo que está encargado como una parcela particular y se olvida que está ahí para trabajar y agregar valor para un grupo o empresa.


Quién está conmigo es mi amigo, quién no…

No hay nada más valioso en un grupo creativo y eficaz que los disidentes. Esto no va en contravía de la lealtad, fundamental para que un grupo desarrolle su potencial. Sin embargo, ser leal no equivale a siempre decir si y estar incondicionalmente de acuerdo con lo que como líder diga.

En el proceso de establecer las tareas y actividades para dirigir a la empresa hacia los objetivos trazados, el líder debe escuchar comentarios, anuncio de problemas y obstáculos, faltas de claridad, desacuerdos y en general, toda idea en contra y a favor de lo que desea que se haga.

Del intercambio de ideas que nace de los desacuerdos, aparece nuevas y creativas formas de atender lo que debe hacerse.


Aquí MANDO YO!!!

Claro que sí. Todos lo saben. Pero es preferible que sigan sus instrucciones porque vale la pena e inspira, enseña y guía, no porque grita más que los demás.

Si crea un ambiente de trabajo donde impera el miedo y no hay nadie lo suficientemente valiente para contradecir o comentar algo, el único que pierde es usted. Sólo lo van a elogiar, manifestar lo brillante de una idea y sólo le van a decir lo que quiere oír, no lo que debe oír y saber.

Como líder, la inteligencia emocional es fundamental. Esto es, saber reconocer sus emociones y controlarlas, y reconocer que todos en la empresa son humanos y que a veces hay razones para que estas se salgan de cauce.

Un líder nunca debe perder el control de sus emociones, por más razones que alguien le de. Salirse de casillas es destructivo.

Si como líder adopta la actitud de ser duro con el problema y suave con la persona, tendrá un marco de referencia apropiado para atender cualquier crisis que se presente. No se esconda detrás del correo electrónico o detrás de otra persona para enfrentar una situación difícil.

Nunca decida sobre algo cuando esté molesto. Dése tiempo para recuperar la calma y explorar la situación desde diversos ángulos y perspectivas. Consiga toda la información que pueda. Escuche el doble de lo que habla. A veces, lo que molesta es una visión parcial y dramática de un problema, que casi siempre es la primera que le presentan.


Yo se eso…

Si está a cargo de un emprendimiento es porque es bueno para hacer lo que hace. Con seguridad llegó a la posición de liderazgo por un talento real y efectivo para tomar las decisiones correctas, ejecutar y resolver problemas. 

Sin embargo, cuando esta confianza se desborda y empieza a sentirse dotado para atender cualquier situación, incluso aquellas para las cuales no tienen experiencia previa ni preparación, aparecen los problemas. 

Es abiertamente inadecuado creer que es más que los demás, que está por encima de toda crítica. Lleva a desconectarse de la realidad, a no dar cabida a las ideas y aportes de los colaboradores y no construye grupo sino que separa.

Otra manifestación de esta misma actitud es la negación a aprender cosas nuevas. Un líder que no explora ni tiene inquietudes por lo que no conoce, tiende a tratar siempre de repetir los éxitos y formas del pasado. A veces funciona, pero con las dinámicas condiciones del mundo empresarial actual, donde el cambio es la norma, no aprender nuevas cosas es un problema serio. 

La negación de los cambios tecnológicos, de los cambios en las necesidades de los clientes y de diversos aspectos del medio ambiente en el que opera, es una adecuada receta para frenar el crecimiento y poner en riesgo la permanencia en el tiempo. Una manifestación de estas actitudes es creer que la empresa es diferente a las demás y que esas cosas novedosas y distintas son para los demás, no para usted.


Nada me queda grande

Es natural que los líderes emprendedores posean y exhiban un nivel de confianza superior al promedio. Esta es necesaria para sacar adelante una idea y poder dirigir un grupo de trabajo.

A esta positiva característica debe sumar persistencia, resistencia y determinación.

Todos estos atributos son deseables en un líder. Serios problemas pueden presentarse cuando se convierten en obstinación.

En el video Perseverancia y testarudez exploramos este tema. Ver acá.


Si nadie comenta nada es que todo está claro

Cuando da instrucciones, comenta una idea o indica alguna forma de proceder y no hay comentarios, nunca asuma que le han entendido o le han prestado atención. Esto es especialmente relevante en reuniones de grupo.

Abra el diálogo, pregunte que han entendido, pida que sus colaboradores repitan, en las palabras de ellos, lo que ha comunicado. Es la mejor forma de cerciorarse que el mensaje ha llegado con claridad. Esta práctica ayuda además a consolidar la buena comunicación.


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martes, 1 de marzo de 2016

¿Hasta cuándo se puede crecer?

El objetivo de un empresario es hacer crecer a su empresa y permanecer en el tiempo.


En este blog hemos dado recomendaciones para lograr este objetivo. En la parte inferior de la pantalla encuentra una larga lista de las palabras clave que hemos incluido para cada entrada.

Haciendo clic en alguna palabra, aparecen las entradas del blog que cubren de alguna manera ese tema. 

Hay una palabra clave, índice, que muestra las entradas que inician alguno de los temas centrales que hemos cubierto. Algunos temas se desarrollan a partir de esa entrada y varias de las siguientes. Otros, tienen menos desarrollo.

Aplicando algunas de las recomendaciones ofrecidas en estas entradas, puede fomentar el crecimiento de su organización. Pero, ¿hasta dónde podrá crecer su empresa?

La respuesta no es ni simple ni única.

Cada empresa, dadas sus características, sus competencias, las habilidades de los colaboradores, el acceso o no a recursos, el mercado en el que se mueve, el tipo de producto y servicio que ofrece, etc., tendrá un diferente techo del crecimiento. 

Sin embargo, si no hace nada para ajustarse a las cambiantes condiciones del mercado, llegará un momento en que el crecimiento se detiene e incluso empieza a decrecer, o la empresa alcanza un nivel dónde empieza a no operar correctamente perjudicando su entrega de valor y eventualmente perdiendo posición en el mercado. Esto último, se debe usualmente a fallar en administrar en forma adecuada la complejidad inherente a alcanzar un mayor tamaño.

Una metáfora para pensar sobre esta idea es la de los globos usados en las fiestas.

Empezar a inflar uno requiere soplar con fuerza. Una vez superado un esfuerzo inicial, el globo empieza a crecer con más facilidad. Al seguir soplando, crece y crece. Todos sabemos que siempre llega un límite en el que no soporta más aire y explota.

Explota porque simplemente no tiene más capacidad o porque tiene una imperfección en su superficie. O porque algún bromista –¿competidor, tecnologías, regulaciones?–, mientras estamos inflando se acerca y lo pincha con algo.

Esto mismo puede pasar en el entorno empresarial. Por esto nunca es conveniente quedarse con un sólo globo, o producto o servicio.

Es siempre conveniente explorar qué nuevo globo puede empezar a inflar para adicionar al que ya tiene y parece no dar más y que eventualmente, una vez inflado al máximo, empezará a perder aire poco a poco.


Esto nos lleva a la idea de la curva S empresarial, o curva del ciclo de innovación de la empresa. Esta curva es ya una tradicional representación gráfica del inicio, crecimiento y maduración de ideas, proyectos o empresas. Después de la maduración, sólo viene el declive y eventual desaparición. Por eso, hay que saltar a una nueva curva S.

El eje vertical en la ilustración es la cantidad de innovación o de implantación y el eje vertical muestra el transcurso del tiempo.

Como el globo, una determinada innovación permite ofrecer una limitada cantidad de valor al mercado que se estanca con el tiempo. El líder, de todos modos, debe sacar el máximo provecho de cualquier iniciativa que haya implantado.

No hay nada equivocado en darle escala más grande a una idea de negocio hasta dónde se pueda, siempre que se haga bien.

Siempre es conveniente recordar que en la medida que un negocio se hace más grande, la complejidad aumenta, a veces en forma geométrica, lo cuál hace que sea más difícil y costoso seguir adelante con algo.

Por esto la empresa, debe saltar de una curva S a una nueva. Una organización sana debe estar en constante movimiento y cambio, siempre buscando nuevas cosas y nuevas formas de hacerlas.

Estos saltos son responsabilidad única del líder de la empresa. 

Es él quién debe estar pendiente de lo que pasa y debe tener la capacidad de atreverse a anticipar el futuro.

Es él quién debe promover e impulsar hacia un nuevo camino –una nueva S–, obviamente apoyándose en toda su organización. Mantener los ojos abiertos y los canales de comunicación vivos para ver las oportunidades es un aspecto clave para el éxito de esta tarea. 

Para esto, se apoya en sus capacidades, en los mercados que ya conoce y puede ampliar, en las habilidades de sus colaboradores o en cualquier otra oportunidad que le permita evolucionar hacia algo nuevo.


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